martes, 19 de agosto de 2008

Contra la dictatura del Copyright

Me indigno al leer como la SGAE y su entorno intentan controlar nuestras libertades, en una nueva forma de fascismo virtual, como también ha ocurrido en Italia en las últimas fechas.

Italia bloquea el acceso a The Pirate Bay en The Inquirer

The Pirate Bay frente a la estupidez italiana en El Blog de Enrique Dans

Coalición de Creadores y operadores negocian un modelo contra las descargas no permitidas en El Mundo

Enrique Dans dixit:

"Me descargo música. Me descargo, en realidad, todo lo que me da la gana. Anuncio mi intención de seguir haciéndolo, de contravenir todo intento de bloqueo, censura o control que me intenten imponer. De divulgar toda cuanta medida tecnológica caiga en mis manos para evitar y saltarse sus esquemas. De violar o ignorar todo esquema restrictivo. Y por supuesto, de animar a otros a que lo hagan también"

No podría estar más de acuerdo.

Todos somos criminales, El Blog de Enrique Dans

lunes, 18 de agosto de 2008

Telecinco contra Youtube


Seguramente hayáis escuchado en la radio o la televisión algo referente a la demanda que Telecinco interpuso contra Youtube por, siempre según la cadena, el uso no autorizado de sus contenidos en el famoso portal de videos. Pues para que os quede algo más claro de que trata todo esto os recomiendo leer el blog de Enrique Dans, donde hoy mismo ha aparecido una entrada al respecto.

Os reproduzco la entrada, pero os recomiendo pasaros por su blog y echar un vistazo a los comentarios, hay alguno muy interesante.

Viene a ser algo similar a lo que ocurre con el canon: resistencia visceral al cambio, al progreso, al futuro, a las TIC y sus efectos en tus negocios. Cuanta ignorancia, en lugar de querer aferrarse de manera irracional al estatus-quo establecido deberían aprovechar la oportunidad para acercarse al televidente como nunca antes soñaron, para obtener un feedback por el que en otras circunstancias estarían dispuestos a pagar, y mucho. A ver si aprenden de otras cadenas....

" En el siglo pasado, para crear una televisión había que pasar por una serie de procesos complejos: obtener una licencia de emisión, invertir en costosos equipos y locales, contratar profesionales de muchos tipos, instalar infraestructuras… en aquellos tiempos pasados, solo unos pocos, muy pocos podían crear una televisión, obtener el privilegio de emitir contenidos hacia una audiencia pasiva. Hoy, los tiempos han cambiado: cualquiera puede hacerse con una cámara de alta definición, echarse a la calle, crear un contenido más o menos sofisticado, editarlo con un simple ordenador personal, y subirlo a YouTube. Si el contenido vale la pena o, simplemente, merece algún tipo de atención, es más que posible y hasta probable que en YouTube pueda llegar a obtenerla.

Para quien dirige una televisión, aprender a vivir en un entorno en el que casi cualquiera puede obtener una atención antes prácticamente reservada a quien tenía una televisión es algo bastante complejo, seguramente difícil de entender. Las dificultades para entenderlo, además, suelen crecer en modo directamente proporcional al número de canas que peinas. Cuando llevas tiempo viviendo en un entorno determinado en el que además las cosas no te han ido del todo mal, tiendes a odiar todo aquello que amenace el equilibrio del sistema, el status-quo: del mismo modo que hacían las civilizaciones primitivas, tiendes a intentar destruir todo aquello que no alcanzas a entender. La demanda de Telecinco contra YouTube iniciada el mes pasado es precisamente eso: la lucha de los protagonistas de los medios del siglo pasado contra todos los que creamos los medios de este siglo, unos medios participativos, bidireccionales y vivos. A Paolo Vasile, el hombre que, según sus propias palabras, pretende “cerrar YouTube”, la idea de que usted y yo podamos subir un contenido audiovisual a YouTube y lo puedan ver automáticamente varios miles de personas es algo que le molesta. Profundamente. Si añadimos que, además de verlo, esas personas pueden interactuar con él, puntuarlo, evaluarlo, recomendarlo, comentarlo y hasta contestarlo con otros vídeos, mientras él tiene que conformarse con la retroalimentación de los incompletos y poco exactos datos de un muestreo de su silenciosa audiencia, la cosa le molesta mucho más. Y si además se da cuenta de que esa misma silenciosa audiencia es la que se levanta al baño, zapea o aprovecha para meterse en Internet cada vez que él interrumpe sus contenidos con pausas publicitarias, dejando a sus anunciantes en plena sesión de monólogo con un conjunto de sofás vacíos, ya no es que simplemente le moleste: es que le hierve la sangre. Paolo Vasile sabe que antes de YouTube, los que emitían, los que realmente contaban, eran él y cuatro más como él. Pero que después de YouTube, cualquiera puede hacerlo, incluyéndole a usted o a mí. Y eso, esa sensación de pérdida de la exclusividad y las prebendas, casi de “príncipe destronado”, es algo que lleva muy, pero que muy mal. "


Visto en El Blog de Enrique Dans


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